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Una historia de amor

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Agustín pasó tres años en la cárcel y sobrevivió gracias a comer patatas.

 

Era el siglo XVIII y de aquella, la patata no molaba.

 

Se creía que era la causante de variados males, desde la lepra hasta la aparición de inesperadas flatulencias.

 

En Rusia la llamaban la planta del Diablo y los católicos decretaron que era pecado comerla porque no aparecía en la Biblia.

 

Pero a Agustín todo eso se la chuflaba.

La cosa iba de sobrevivir.

 

Rebobinemos.

 

La papa, que es un vocablo de origen quechua, se la domestica en el Oeste de Bolivia y de ahí se extiende por toda Sudamérica.

 

En 1537, los españoles llegan a Colombia a tocarles los tubérculos.

 

Una expedición de Gonzalo Jiménez de Quesada las descubre y se las lleva, 20 años después, para España.

 

Al principio las llamaron trufas y finalmente patatas porque llamarlas papas, conllevaba el riesgo de arder en el mismísimo infierno.

 

Los ingleses que copian muy bien, las llamaron potatoes.

 

Pasaron 200 años en las se usaba principalmente para engordar al ganado o como planta de decoración.

 

Pero volvamos a Agustín.

 

Su apellido igual te suena, Antoine-Agustin Parmentier.

 

Este hombre fue agrónomo, naturalista, científico, nutricionista e higienista francés.

 

Y tras su paso por la cárcel entabló una relación de amor con la patata y dedicó parte de su vida a quitarle su mala fama.

 

Lo consiguió gracias a la primera campaña de marketing de la historia de la patata.

 

Antes de que los republicanos se pusieran seriamente a cortar cabezas, la cosa en Francia estaba muy malita. El país se encontraba sumido en una profunda crisis económica.

 

Agustín recomendó a Luis XVI estimular el cultivo de la patata a los campesinos a fin de intentar paliar el hambre que sufría el pueblo, pero para estos comer patata era como si hoy pensaramos en comernos una rata muerta.

 

Cuenta la historia que, el rey las hizo sembrar en los alrededores de su palacio haciéndolas custodiar día y noche por su Guardia Real.

 

Al principio, la gente pensó que el Rey se había vuelto loco (ohlala! uno más). Pero con el tiempo, el rechazo se convirtió en interés.

 

Un día, Luis XVI ordenó a los guardias que se empezaran a "dormir" por las noches descuidando su preciado tesoro.

 

Y así es como osados ciudadanos robaron las patatas y empezaron a consumirlas.

 

De ahí al estrellato.

 

Acabamos de subir esto a la web.

 

Se elaboran en Huelva y por allí son más famosas que el puré de patata.

 

Si haces un pedido, puede ser buena idea que metas un paquete en tu carrito.

 

Y como todas las historias de amor que comienzan...

 

Te quedarás muy Agustín.

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La Quesería Gijón

Archivado en: Quesos

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