Y huele a Parmesano
Un poquito de salseo
d
Vulcano está trabajando.
Martillo en mano. Pecho al aire. Rodeado de musculitos que funden hierro como si forjaran rayos.
Es el dios del fuego y los metales. Vive bajo el volcán. Y tiene una esposa que es… bueno, la más guapa del Olimpo: Venus.
Todo parece ir bien. Hasta que entra Apolo.
Dorado. Brillante. Muy “yo sé algo que tú no sabes”.
Y lo suelta, sin anestesia:
“Tu mujer te está poniendo los cuernos…
con Marte.”
Sí, el dios de la guerra.
Cuerpo de escultura. Armadura reluciente. Probablemente huele
a victoria.
El cuadro de Velázquez (La fragua de Vulcano, 1630) captura justo ese instante.
La cara de Vulcano es puro plot twist.
Boca entreabierta.
Ojos fuera de órbita.
Como si acabara de ver a su cuñado usando su parrilla nueva con tofu.
Lo interesante no es solo el drama mitológico, sino cómo lo pinta Velázquez:
– Hombres reales, casi obreros.
– Un Apolo que parece influencer solar.
– Una fragua que huele a sudor.
– Y una historia que no tiene final feliz.
¿Y qué tiene que ver esto con queso?
Mucho.
Porque en La Quesería también hay fuego, fragua y alquimia.
Y aunque nuestras tablas de quesos no vienen con dioses despechados,
sí que traen intensidad y curvas.
Pero ojo con abrir una tabla delante de alguien con hambre.
Ahí también se han roto parejas.
b
La Quesería Gijón
h
P.D. Si te ha gustado esta historia, esto te interesa.
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